lunes, 11 de octubre de 2010

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IL GRIFONE: Las mejores marcas a mitad de precio

Posted: 11 Oct 2010 02:44 PM PDT

Si te gusta la buena firma, te pierden las marcas pero el bolsillo, como casi siempre, es limitado, visita Il Grifone. Se trata de una tienda con descuentos de hasta el 60 por ciento. Un lujo para ti

Día de chicas. Mientras ellos en teoría jugaban al pádel (al final terminaron jugando a la consola) nosotras quedamos para una tarde de compras. Empezamos tomando una caña Vero y yo mientras llegaba Bárbara, continuamos comiendo en un ecuatoriano las tres y, a partir de aquí, con fuerzas renovadas, nos fuimos de compras.

El barrio de Salamanca fue nuestro objetivo. Tiendas para todos los gustos. Más económicas y menos, según pudiéramos o pudiera nuestro estado de ánimo. Ya llevábamos bastante tiempo en pie, entrando y saliendo, entrando y saliendo cuando vimos Il Grifote. Eran varios balcones pero anunciaban ofertas (estoy hablando de agosto, en plenas rebajas), así que entramos.


Ahí encontramos un outlet fantástico. Las mejores firmas se concentraban en un piso y ofrecían multitud de opciones. Por un lado, trajes de fiesta. Tanto largo como cortos o una opción intermedia. Las calidades, excepcionales. Unos tejidos que son todo un lujo.

Lo mismo sucede con otro tipo de prendas más ponibles y para una vida urbana y casual. Faldas, pantalones, camisetas. Firmas del mayor lujo al mejor precio. Unas buenas gangas para lucir espectacular a cada momento.


Puedes salir vestida de pies a cabeza porque los complementos son indispensables en esta tienda. Zapatos de todos los diseños, bolsos y carteras de mano además de pulseras, colgantes, anillos y pendientes.

En TopMadrid: Il Grifone

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WALL STREET: EL DINERO NUNCA DUERME, de Oliver Stone

Posted: 10 Oct 2010 03:00 PM PDT

Tras el recuerdo pasable de la primera y con la crisis presente nos preguntábamos qué cara darían del capitalismo feroz. Nuestras acciones fueron perdiendo valor hasta que salimos sin blanca.

Nada es lo que era, es una obviedad. Y en el cine, que acusa como pocos, tiempos y estilos, más aún. Pasó ya el tiempo de miserias, desayunos a base de güisqui y crímenes pasionales en impolutos trajes y gabardinas (como la que ahora lleva puesta servidor); pasó el tiempo de terribles guerras mundiales, de espionaje, dictaduras y guerras frías; pasó también el tiempo ye-ye, de transición y de posguerra y, ya paso (ea, ea) el auge del capitalismo voraz y sin escrúpulos. Aún se nos atraganta, pero nos ha hecho y está haciendo pasar un trago tan malo, que debemos o deberíamos estar en transición hacia otro modelo más sensato.

Es por esto que hacer una secuela del primer Wall Street que data del 87, aunque sea perpetrada por el mismo director neoyorquino, queda un poco como fuera del tiesto. Tanto es así que, al final, queda en un recorrido por el panorama actual y tiende más al cuento navideño Disney que a la puesta en tela de juicio de la voracidad neoliberal mercantil. En estos momentos, presumir de la falta de escrúpulos financieros, copiosidad y derroche sin límites hubiese resultado..., como decirlo, obsceno.

Porque (aquí es cuando combinamos crítica cinematográfica y socio-económica) los abusos de ambición, el despilfarro y el consumo exacerbado ha traído consigo una factura realmente cara. Los estados han tenido que salir al rescate por evitar el caos total de un sistema de yanqui gorrón que veníamos cebando, engordando e imitando durante bastante tiempo. Incluso se menciona en la propia política que no puede por menos que acercarse a la crisis moderna: "El estado tiene que rescatar al sistema financiero... Socialismo, justo lo que he combatido toda mi vida". Y es que la dictadura conservador del mercado libre no funciona. El "haber quién pisa más a quienes" no se sostiene por sí solo (algo en que la derecha sigue sin dar su brazo a torcer) e incluso se menciona otra realidad aterradora: "La cosa no ha hecho llegar la sangre bien al río y se volverá a disparar el despilfarro y consumo hasta que llegue otra crisis, aún más gorda y que será definitiva". En definitiva, que se puede leer entre líneas alguna que otra reflexión apreciable.



Entre líneas sí, porque la película como tal realmente no vale nada. No sólo porque se ha perdido el reflejo que tenía la primera de la ambición sin límites, de aquella frialdad sentimental casi cortesana del mundo de los negocios; no sólo porque aparezcan secundarios que no aportan absolutamente nada (Susan Sarandon dice: "hola, ¿me prestas?, y Martin Sheen dice: "Hola, ¿te acuerdas?"); no sólo porque se ha perdido el estilo y la clase por mucho que se esfuerce el mismo Michael Douglas en mantener algo de presencia y fumarse puros enormes. Esta secuela es tan inocente, tan cara de pan con el ceño fruncido, que pretende ir y expresar lo que no es, como el mismo rostro del joven Shia LaBeouf que, fuera de transformers e indianas, pues como que no hace negocio la criatura.



Pero lo peor es lo más importante, su bancarrota argumental a favor de una trama muy blandita, muy edulcorada, de romance ñoño, de millones perdidos por un artículo en un blog, de "no te metas en el lado oscuro del dinero, que nos puede separar, Johnny", en definitiva, muy de foto de los niños en la mesa de negocios. Y ya cuando le ponen al crack bursátil un dvd con la ecografía del nieto (que vas a ser abuelito, Gordon), es como para echar a correr calle abajo. Ver cómo un supuesto tiburón de las finanzas babea desdentado es un insulto en toda regla al objetivo más puro de la saga. Un muy mal negocio, un ERE de guionistas, y todo a un interés muy pero que muy bajo.

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# Enlace Permanente

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